Montesquieu, en
1748, hace más de 250 años, señalaba que hay tres especies de gobierno: el
republicano, el monárquico y el despótico
En este último, el
poder está en uno solo, que es el que gobierna, pero sin ley ni reglas pues
gobierna el soberano según su voluntad y sus caprichos.
John Locke señaló
en 1760 que la sociedad civil se funda sobre un contrato social el cual
llamamos “Constitución”. De él, y sólo de él, derivan las leyes. Allí donde se
honra el contrato, la Constitución, las sociedades se desarrollan. Allí
donde se las desprecia o ignora impera la barbarie, cuyo fruto envenenado es el
subdesarrollo.
El populismo “cala
hondo”. Manipula al pueblo para satisfacer al caudillo de turno. Pretende una
sociedad sin contradicciones, sin disenso, sin pluralidad. No ama la
democracia, la soporta. En el populismo siempre molesta la división de poderes,
la alternancia política, la independencia de la justicia. Inyecta pereza en el
pensamiento, se atrofia la lógica.
Percibimos que
somos parte de un país donde se auspicia la ignorancia, reaparecen los
fantasmas del desabastecimiento, de la carencia de seguridad, de la inflación
cínicamente negada, de la imposibilidad de brindar a los más carenciados un
servicio de salud que les permita sentir la vida con optimismo
Queridos estudiantes —nunca dejarán de serlo— flamantes colegas, los
felicito por el logro obtenido. Es un paso más, no el último. Les deseo éxito,
no suerte, porque lo primero es el fruto del esfuerzo y la suerte, parte del
azar.
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